domingo, 25 de julio de 2010

¡Justicia para María José!

Rosario Montenegro Z.
Después de la muerte inesperada y violenta de su hija, el golpe más fuerte que puede recibir doña Antonia Sánchez, es que su asesino quede en libertad, lo que parece cada vez más inminente, gracias a la defensa de algunos magistrados de la Corte Suprema de Justicia.

Sí hay algo que atormente día a día a doña Antonia, es que dejen libre al hombre que arrebató la vida de su hija, que dejó huérfano a su pequeño nieto, que truncó una prometedora carrera profesional y le asestó un duro golpe al periodismo y a la libertad de prensa. Esto y más provocó el ex alcalde liberal Eugenio Hernández cuando decidió halar el gatillo contra la humanidad de nuestra querida colega María José Bravo.

Nunca podré olvidar la imagen de esta madre completamente abatida por el dolor, cuando el féretro de su hija estaba siendo depositado en su última morada, y me le acerqué impotente, y me imploró que no permitiéramos que el asesino quedara sin castigo.

La libertad de Eugenio Hernández ha sido una amenaza latente, incluso desde antes de su juicio. Para nadie es un secreto la defensa oficiosa que han realizado sus correligionarios y amigos de sus correligionarios, ubicados en puestos claves de la justicia, quienes siempre trataron que fuera condenado por simple homicidio.

De ahí que trataron de vender la teoría que el revolver 38, (de tambor) se había disparado accidentalmente y que la bala después de un extenso paseo fue a impactar directamente el pecho de nuestra colega.

Pero ahí están los testimonios de muchas personas, que ese día, escucharon al ex alcalde de El Ayote preguntar quién era María José. ¡Cómo han tratado de defenderlo! Llegaron al inverosímil de decir que la pólvora encontrada en sus manos era porque los policías, que lo detuvieron, lo habían contaminado

Cómo quisiera que hubiese sido un accidente, porque de haber sido así, el revolver nunca se habría disparado sin manipularlo, y menos una bala saltarina hubiese acertado en su pecho provocándole su muerte instantánea, y María José seguiría entre nosotros.

Pero tristemente lo que ocurrió es que María José recibió un disparo a quemarropa, tal como me dijo aquella noche el entonces jefe policial de Chontales, Comisionado Otilio Duarte. “Fue realizado muy de cerca, fue a quemarropa”.
Desde que el caso llegó a la Corte Suprema de Justicia, magistrados liberales han redactado cuatro diferentes proyectos para cambiar el delito de asesinato por homicidio doloso, accidental, exposición de personas al peligro, cualquiera puede ser, lo que importa es ponerlo en libertad ya.

Leía, que el doctor Cuarezma reconoce que Hernández sí disparó la bala que segó la vida de María José, pero que no está demostrado que quería dispararle directamente. O sea que el hombre sólo quería disparar, sin importar a quien. Ahora el magistrado dice que se enfrenta al dilema de cómo tipificar el delito y sí “satisfacer las presiones externas o actuar apegado a ley” (LA PRENSA 04 de julio de 2009).

Desconozco cuáles son las presiones que recibe el doctor Cuarezma, yo no pretendo sumarme a esas presiones, simplemente pido justicia para María José, como lo pide su madre, su hermana, su pequeño hijo, sus colegas y miles de nicaragüenses.

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