miércoles, 21 de julio de 2010

Niñez del Oriental, entre el peligro y la subsistencia

Rosario Montenegro Z.
Especial para Save the Children - Noruega

Keyling Elizabeth Areas

Advierte que el Mercado Oriental es un sitio muy peligroso, en el cual sólo sobreviven aquellos que aprenden a defenderse, porque para pertenecer y permanecer en este grupo hay que andar siempre alerta, a la defensiva. “Por eso yo no me dejo de nadie”, previene.

Su menuda figura aparenta menos de los once años que tiene, pero al conversar parece una mujer adulta, y es que aunque Keyling Elizabeth Areas Loáisiga es una niña, ya sabe ganarse el pan de cada día y hasta protegerse de cualquier abusador.
Esta pequeña forma parte de los niños y adolescentes que laboran en el centro de compras más grande de Nicaragua, actividad que combina con sus estudios regulares, además de cursos de computación y de danza.
Aunque reconoce que es difícil trabajar y estudiar, “porque los niños sólo deberían dedicarse a sus estudios”, asegura que le gusta hacer ambas cosas.
VIVIENDO ENTRE EL PELIGRO
Esta pequeña colabora con su madre en la venta ambulante de frutas que tiene en los alrededores de la Estación IV de la Policía. “Aquí lo más peligroso son los carros porque lo pueden atropellar a uno, también es peligroso cuando hay asaltos porque a veces agarran a los ladrones con cuchillos y cualquiera puede salir lastimado, también hay abusadores y hasta mujeres que venden niñas y niños”.
Keyling se jacta de conocer muy bien este monstruo llamado Mercado Oriental. “Prácticamente estoy aquí desde que nací. Aquí se aprende un poco, los que no conocen que mejor aprendan a defenderse, porque a veces son más dañinos de lo que uno piensa”.
Por eso cuando recientemente un hombre le mostró un billete de 500 córdobas y la llamó, no le hizo caso y salió corriendo donde su mamá para protegerse y contarle lo sucedido.
“Yo andaba con mi hermanito pequeño cuando un hombre se sacó un billete de 500, y cuando yo voy dando la vuelta me llama, pero yo le digo no lo conozco, el hombre seguía llamándome, pero yo no le hice caso”.
¿Qué pensás que quería?
“Yo creo que quería tocarme, manosearme o decirme cosas para engañarme, pero no le hice caso”, dice sin titubeos.
Pero no solo a este peligro ha estado expuesta Keyling, cuenta que el año pasado un carro la golpeó. “Casi me atropella un carro, me golpeó, sentí miedo, creía que me había quebrado todo, el conductor me levantó y me preguntó cómo estaba para llevarme al hospital, pero yo le digo no hay nada”.
Mientras Keyling relataba este incidente, su madre Lilliam estaba perpleja, pues hasta ese momento se estaba enterando del accidente que había sufrido su hija.
¿No le contaste a tu mamá?
“No me gusta contarle nada a mi mamá, bueno a veces le tengo confianza, es que se preocupa demasiado, algunas veces me regaña, algunas veces me le preocupo (se preocupa), ella me aconseja que le cuente las cosas, que no le ande haciendo caso a hombres ni mujeres, porque aquí hay unas mujeres que hasta venden a las niñas”, advierte.
EL APOYO DE INPRU Y SAVE THE CHILDREN
Keyling es una de los 137 niños trabajadores que atiende el Inpru Mercado Oriental, un proyecto, que con el auspicio y financiamiento de Save the Children Noruega, brinda atención integral a estos pequeños y sus familias.
Karla Osejo, coordinadora del proyecto nos dice que captan a niños trabajadores en edades de seis a 17 años, a quienes los integran en diversos grupos, tales como alfabetización para quienes nunca han asistido a la escuela, reforzamiento escolar, computación, danza, deportes, manualidades, arte de circo y otros, según sea la necesidad y el interés de los pequeños.
Para ello cuentan con seis educadoras y un centro, que está ubicado dentro de las instalaciones de la Estación IV de la Policía, en donde también se les brinda atención médica y sicológica a los niños y familias.
REFORZAMIENTO ESCOLAR, RECREACIÓN, DEBERES Y DERECHOS
Cuenta Karla que uno de los objetivos del proyecto es fortalecer y darles herramientas a los niños y sus familias para que puedan actuar en los diferentes espacios, también les brindan capacitaciones sobre el trabajo infantil, la violencia, la trata de personas, explotación sexual, sobre sus derechos y deberes.
Keyling está incorporada a este proyecto desde hace cinco años y se siente contenta de ser parte del mismo porque “nos ayudan, nos dan tiempo para nosotros, nos aprecian demasiado, son muy tiernos, nos dan reforzamiento, participo en capacitaciones, reuniones, hablamos del maltrato, de la autoestima y otras cosas”.
Pero el proyecto no solo ha beneficiado a los pequeños, sino que ha contribuido mucho con la familia, en especial las madres que en su mayoría son madres solteras, como Lilliam, la mamá de Keyling, quien tiene 13 años de vender de forma ambulante en el Mercado Oriental.
“La relación con los maestros ha sido muy buena, cuando tengo algún problema me mandan donde el sicológico, también recibo atención médica y cualquier problemita que tengo, ellos me apoyan”, relata.
DISMINUYENDO LA AGRESIVIDAD
Según Karla, una de las principales características de los niños trabajadores del Mercado Oriental es que son agresivos entre ellos mismos, por la misma condición de este centro de compras, en donde a diario ocurren un sinnúmero de delitos.
Por ello realizan reflexiones grupales e individuales sobre este tema tanto con la familia como con los niños, lo que ha ayudado a disminuir los niveles de agresividad de los pequeños.
Y es que como dice Keyling para sobrevivir hay que andar siempre alerta y a la defensiva, por eso ella dice que depende cómo la traten así responde.
¿Cómo es tu relación con los otros niños?
“A veces los trato (peleó) porque me caen mal, a veces los trato bien, es que a veces soy enojada, a veces soy algo alegre. Me enoja que me griten, los trato y les digo dejen de estar molestando babosos, idiotas, pero es algo buena la relación aquí en el mercado. No me dejo de nadie, ni de mis hermanos, mi mamá me ha enseñado eso, no dejarme de nadie, eso es bueno”.
Su mamá que escucha atentamente a su hija y solo atina a exclamar: ¡Jesús María!
Pero Keyling dice que también le gusta compartir algunas cosas con sus amigos cuando anda de buenas “a veces ellos quieren agua, se las doy o algo así, pero cuando quieren otras cosas más caritas… difícil”.
“Jugamos huesito, rayuela, la cuerda, a veces cantamos, pero con amigas, no amigos, compañeras.”, aclara
¿Por qué amigos no?
“Son muy vulgares, solo son de hijo de p…. para arriba”.
KEYLING Y SU TERNURA CON LOS ANIMALES
Pero cuando Keyling habla de su proyecto en el futuro se transforma, su rostro se inunda de ternura y sus ojitos le brillan. “Cuando sea grande quiero estudiar veterinaria, ese es el proyecto que más me gusta para ayudar a los animales, porque sin animales no habría naturaleza, entonces quisiera ser veterinaria para poder ayudar a los animales, también a algunas personas, que no son animales, pero vamos ayudarles”.
Asegura que cuando sea veterinaria pondrá su propia clínica para atender a todos los animalitos que se enfermen. Dice que cobrará de acuerdo al estado en que lleguen los pacientes. “Los que no estén tan enfermos les voy a cobrar un poquito, los que estén más enfermos no les voy a cobrar”.

*Publicado en la página web de Save the Children-Noruega

2 comentarios:

  1. Querida Rosario

    Quisiera que todas las Keyling del mundo y de Nicaragua tuviesen una infancia feliz, en la escuela, en el barrio, jugando y creciendo.
    TEnemos que seguir luchando para que este sueño sea realidad algún día.
    Un abrazo,
    Renata

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  2. Gracias por su comentario querida Vice-rectora. Creo que si todos aportamos, gobiernos, ciudadanía, padres, empresarios, organismos... podremos lograr mejores condiciones para nuestra niñez, el reto es duro, pero no imposible.

    Un abrazo
    Rosario

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