domingo, 12 de septiembre de 2010

¡Ah los nombres!

“Teresa  Montenegro, Teresaaa  Montenegrooo  ¿Qué, se fue?”  Voy, voy, perdón aquí estoy.  Poco a poco me voy acostumbrando, pero las primeras veces realmente me era difícil entender cuando me llamaban  por ese nombre o más bien por mi primer nombre.

Cuando era niña, incluso llegue a pensar  que yo me lo había  inventado, pero no, efectivamente  mi partida de nacimiento y ahora mi cédula de identidad indican  que así me llamo, bueno que ese es mi primer nombre, mi otro nombre.

Pero resulta que cada vez que voy a realizar una  gestión en una  institución pública o privada, en la que tengo  que  mostrar mi cédula de identidad, ese es mi nombre, ya que generalmente mi verdadero nombre, bueno pues mi segundo nombre es ignorado totalmente.

Y no es que me sienta incómoda con ese nombre, no pues realmente  Teresa no es  nombre que me incomode, al contrario ese era el nombre de una de las personas más especiales y queridas en mi vida, mi abuelita paterna y fue precisamente por ella que mis padres me lo pusieron, aunque parece que la intención no era llamarme así.

Lo mío es simplemente un problema de identidad, no me siento Teresa como no me sentiría tica, guatemalteca, colombiana, suiza…, si ahora me dijeran que nací en  uno de esos países, yo me seguiría sintiendo nicaragüense y no es que tenga nada en contra  de esos países.

Existen otros casos de personas con nombres, que podríamos decir que alcanzan niveles de dramatismo, pues  resulta que los designados por sus padres no les gustan o han sido objeto de burlas, que prefieren inventarse un sobrenombre, ya que les resulta más agradable.

Así  vemos que alguien que conocimos como Hermenegildo ahora simplemente se llama Hermes, a una Evangelista que se llama Eva, y así por el estilo, otros aprovechan el cambio de ciudad o de país y de repente cuando los volvemos a ver, resulta  que tienen otro nombre o según ellos en el lugar donde viven  son conocidos por su segundo nombre,  que nunca nadie  conoció.

He tenido algunos amigos, que aunque no tienen nombres con niveles de tragedia, pero que por ser más comunes para mujeres en más de una ocasión se  han enfrentado a situaciones embarazosas, en este grupo encontramos a los  Mercedes, Socorro, Isabel, Carmen, Carol, Rosario, Guadalupe, Dolores, entre otros.

Y es que este asunto de los nombres es una situación tan complicada, que no sólo las personas comunes y corrientes pueden terminar  poniéndole nombres a sus hijos que no les gustan, sino que en el mundo de los famosos parece que esta es una moda, en este grupo podemos encontrar nombrecitos como: Apple, Tu Morrow, Honor Marie, Tallulah Belle, Rumer Glenn, Maddox…

Por esta situación algunos países como México han decidido hacer modificaciones al Código Civil para dar facultades al juez del Registro Civil para exhortar a los padres de familia a no poner nombres peyorativos o ridículos a sus hijos.

También este es un tema del que se ha ocupado  Internet y algunas redes sociales, y así vemos por ejemplo que en Facebook existe una página denominada:  Ya no más nombres feos para los bebés, en la cual se encuentra una colección de nombres como: Marxlenin, Jefferson Franklin y este Brhadaranyakopanishadvivekachudamani  Erreh Muñoz, el que además  fue noticia en los medios de comunicación, como El Universal de México.

“¿Por qué ponerles nombres exóticos, impronunciables o absurdos a los bebés, si hay tantos nombres lindos en el mundo?”, se pregunta el administrador de esta página en Facebook.

No hay comentarios:

Publicar un comentario