domingo, 1 de agosto de 2010

Movimiento feminista y el voto femenino

Rosario Montenegro Z.
La conquista el voto femenino.


Tomado www.felicidadolaizola.com



A inicios del siglo XX cuando en el mundo apenas se empezaba a hablar y utilizar la palabra feminismo, una mujer nicaragüense ya se declaraba públicamente feminista, según refiere la historiadora nicaragüense, Victoria González en su texto: La historia del feminismo en Nicaragua: 1837-1979.
Esta mujer era la Profesora Josefa Toledo de Aguerri (1866-1962), a quien los estudiosos  reconocen como precursora del Movimiento Feminista en Nicaragua y  madre de la educación “pinolera”.

Defensora acérrima de los derechos de las mujeres, doña Chepita desde finales  del siglo XIX  y principios del XX  ya propugnaba por una educación sexual en las escuelas públicas, por una enseñanza  pública y laica, que las mujeres pudieran recibir educación universitaria y además que tuvieran derecho al voto.

 ¡Todo un escándalo! Si tomamos en cuenta el modelo patriarcal que predominaba en la época y que circunscribía el rol de las mujeres a   las tareas del hogar. En 1938, esta nicaragüense decía: "Una de las características del feminismo es considerar a la mujer idónea para encontrar en 'sí misma su medio y su fin'. Poder vivir con independencia del hombre si así lo quiere, y ganarse la vida".

Así doña  Chepita pasó a formar parte de un grupo de mujeres autodenominadas y reconocidas como feministas. Tanto así que en 1933, Luis Manuel Debayle, un ministro liberal, expresó durante una ponencia ante mujeres estadounidenses: "Las feministas nicaragüenses sostienen que... ya que la Constitución no menciona el sexo como requisito para la ciudadanía... la costumbre de excluir a las mujeres al votar no tiene base ni fundamento."

A pesar de este aparente reconocimiento a este derecho, las  mujeres nicaragüenses adquirieron su categoría como ciudadanas en 1950,  pero  fue hasta en las elecciones de 1957 que pudieron votar.

La ciudadanía de las mujeres quedó consignada en el artículo 31 de la Constitución de 1950, el que establecía: Son ciudadanos los nicaragüenses varones y mujeres mayores de veintiún años de edad; los mayores de dieciocho que sepan leer y escribir o sean casados; y los menores de dieciocho que ostenten un título académico.

Sin embargo, la misma legislatura sujetó este  derecho a normativas secundarias, al establecer en el artículo 33 que: La mujer ejercerá el sufragio activo,  de acuerdo con lo ley que se dicte sobre la materia, con el voto de las dos terceras partes de la totalidad de cada Cámara.

La mencionada ley no se promulgó y las nicaragüenses no pudieron votar en las elecciones de 1950, así que tuvieron que esperar hasta la reforma del 20 de abril de 1955,  mediante las cuales se eliminaron todas las restricciones que impedían a las mujeres ejercer plenamente sus derechos como ciudadanas, abriéndose de esta forma una nueva etapa en la historia electoral de Nicaragua.

La  conquista de este derecho no fue una concesión dada por los gobernantes, sino que fue fruto de una lucha que  inició unos años después  de la Independencia.

Esto se sustenta  en un  editorial publicado en 1837 por La Aurora de Nicaragua, un periódico liberal de León el que  reflejaba la necesidad de reconocer a las mujeres un papel preponderante en la sociedad: "Durante tres siglos de esclavitud y tiranía... el bello sexo ha estado sumido en la ignorancia, con notable prejuicio de la sociedad... Si esta conducta fue indispensable para el sostenimiento de un régimen opresor, no lo es al presente en que nos rige un sistema republicano". 

Y es que fueron los conquistadores quienes nos impusieron un modelo patriarcal, pues según los historiadores, en la época pre colonial la autoridad se ganaba por  méritos como la valentía y la sabiduría, y no por sexo.  También durante el período de la conquista nos encontramos con los relatos de los cronistas sobre mujeres y hombres dedicados por igual a los trabajos de cultivar la tierra.

Aunque la colonización afectó  tanto a hombres como mujeres, en el caso de las últimas además fueron sometidas  sexualmente por  los conquistadores y  obligadas a parir  hijos de los españoles dando origen así al mestizaje y a la imposición de su modelo patriarcal.

Es por ello que la independencia representó una oportunidad para crear una  sociedad más justa e igualitaria.  Infelizmente, hoy en día conservamos gran parte de esa  herencia patriarcal.

Pero bien, decíamos que la conquista del voto femenino no fue una concesión de los gobernantes de turno, sino que fue un proceso histórico en el que intervinieron destacadas mujeres. 

Cómo podemos ver la lucha y la conquista del voto femenino en Nicaragua estuvo ligada a los movimientos feministas, los que a su vez simpatizaban con el liberalismo por ser la ideología de avanzada, la que representaba el progreso, de ahí su vinculación con el Partido Liberal Nacionalista, ya que creían que les apoyarían en sus reivindicaciones.

Y es que desde la revolución liberal de José Santos Zelaya hubo  las primeras manifestaciones en pro del voto femenino, apoyadas por los liberales; luego en 1916 el Partido Liberal decía: "No es justo que por más tiempo, obedeciendo a ciegas tradiciones y prejuicios, permanezca alejada por completo la mujer de los negocios públicos, condenada sólo a sufrir todas las consecuencias funestas de los errores y de las ambiciones de los hombres. Es de justicia que se le dé acceso a las urnas electorales y a todos los puestos públicos, y el Partido Liberal Nacionalista abogará porque esta idea tenga su práctica realización".

Sin embargo, esas ofertas quedaron sólo en eso, porque desde la Revolución Liberal hasta las primeras elecciones en las que ejercieron su derecho al voto las nicaragüenses pasaron  64 años.

A mi juicio el Partido Liberal más que apoyar las verdaderas reivindicaciones de las mujeres, mediatizó el Movimiento Femenino Nicaragüense, al formar e incorporar a destacadas feministas en el Ala Femenina  y convertirlas en un apéndice del Partido Liberal.

No obstante, el Ala Femenina siempre tuvo un papel destacado en su lucha por el voto de las mujeres.  Según la historiadora costarricense Eugenia Rodríguez, el Ala presentó una propuesta para establecer el voto femenino desde 1939, pero fue rechazada y archivada por mucho tiempo.

Aunque en la actualidad las mujeres en Nicaragua han ganado espacios dentro de las estructuras  políticas, económicas y sociales, estos campos siguen siendo dominados por los hombres, en especial el referido a su participación política.

La población nicaragüense está constituida mayoritariamente por mujeres, un 52 por ciento en relación con los hombres.  Sin embargo,  esta proporción no se ve reflejada en las estructuras de poder, las que en su mayoría siguen siendo copadas por hombres.

El derecho al voto de las mujeres  en Nicaragua no fue ninguna concesión dada por los gobernantes, sino que fue fruto de una lucha, que inició unos años después de la Independencia, y la misma estuvo ligada al surgimiento del Movimiento Femenino.

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