sábado, 19 de junio de 2010

Ética, empresas periodísticas y cláusula de conciencia

Rosario Montenegro Z.

Si el debate sobre el comportamiento ético de los periodistas nicaragüenses es pobre, en el caso de los propietarios y altos funcionarios de medios de comunicación es prácticamente inexistente
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En el caso de los primeros se han realizado algunos esfuerzos de autorregulación como la redacción y promulgación de un código para la cobertura de los temas de la niñez, campo en el que se han dado avances significativos, aunque falta mucho camino por recorrer.

Un esfuerzo importante fue la aprobación de la Ley del Colegio de Periodistas de Nicaragua, que aunque se han cometido muchos errores por parte de su dirigencia, el espíritu es la profesionalización y dignificación del gremio periodístico,que a su vez debe redundar en beneficio de la sociedad nicaragüense al ofrecer un mejor producto informativo.

A excepción del diario La Prensa, ningún otro medio de comunicación cuenta con principios editoriales, códigos de ética, manuales de redacción, mucho menos estatutos de redacción, estos últimos desconocidos por la gran mayoría de comunicadores.

La Prensa publicó en un documento único sus principios editoriales, código de ética y manual de estilo, lo que constituye un esfuerzo importante. Aunque el éxito de los códigos de ética, es que surjan de la necesidad y discusión de los mismos periodistas, cosa que no ocurrió en este caso.

Y es que aunque en Nicaragua se han dado experiencias negativas en el comportamiento ético de los periodistas, en los grandes medios de comunicación el principal problema se genera por la relación y compromisos que tienen con el poder político y económico, especialmente.

Esta situación a su vez afecta la relación de los periodistas con las empresas para las cuales laboran, pues muchas veces se ven obligados a abandonar temas relevantes porque afectan los intereses de esos grupos de poder con los que los propietarios a su vez tienen compromisos o en algunos casos forman parte de los mismos.

Esta situación coloca a muchos comunicadores en el dilema de actuar correctamente y enfrentar el riesgo de ser despedidos o perder su sentido crítico y hasta autocensurarse para no perder su empleo, que en las actuales circunstancias es particularmente difícil, debido al alto índice de desempleo.

De ahí la importancia, de poner en agenda el comportamiento ético, no sólo de los periodistas, sino de los dueños de medios de comunicación y particularmente el tema del derecho a la cláusula de conciencia, que en el caso de Nicaragua no está contemplada en ninguna norma ética ni jurídica.

La cláusula de conciencia está referida al derecho del periodista a rescindir su contrato, con una indemnización equivalente a un despido improcedente, cuando la línea editorial no sea compatible con el derecho a la información del público y los valores de la actividad periodística.

También contempla el derecho del periodista a resistirse a una orden ilegal o antiética, así como negarse a firmar un artículo que vaya contra su conciencia o que haya sido modificado, sin que ello cause ningún perjuicio en su relación laboral.

El derecho de los periodistas a la cláusula de conciencia, presupone en primer lugar la responsabilidad y capacidad para ejercer un periodismo de calidad, acorde a sus convicciones y la garantía de su independencia frente a cualquier presión ejercida por la empresa, porque su principal compromiso es obedecer a su ética profesional.

La cláusula de conciencia es definida por la Organización Internacional del Trabajo como una disposición que autoriza al periodista -en caso de cambio de orientación de la línea del periódico - a dimitir sin previo aviso o con aviso previo mínimo, sin por ello perder el derecho a una indemnización.

En Nicaragua hemos visto como muchos medios modificaron la esencia de su política informativa para entrar –por ejemplo- en la competencia de la nota roja, lo que provocó que algunos colegas se vieran obligados a renunciar y otros a adecuarse a ese nuevo estilo. Otros han cambiado de dueño y por ende su línea editorial, así hemos visto a unos periodistas renunciar, otros adecuarse a las nuevas políticas y otros simplemente fueron despedidos.

Mas allá del aspecto jurídico que pueda tener una norma, como la cláusula de conciencia, la realidad nos obliga no sólo a plantearnos la ética de los periodistas, sino que es hora de hablar también de la ética de los empresarios de los medios de comunicación.

No tiene porque existir ninguna contradicción entre las exigencias éticas de los dueños de medios de comunicación, editores y reporteros, la ética periodística es una y es para la empresa periodística, que está conformada por todos sus miembros.


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